¿Cuál es nuestro talento?



En ninguna colección de numismática del mundo es posible contemplar un talento, no porque no se haya encontrado todavía sino porque nunca ha sido una moneda, pese a lo que tradicionalmente se piensa.

El talento era una unidad ponderal (25,5 gramos) proveniente de Babilonia que se utilizaba como tipo de cambio en las transacciones en la Grecia Antigua. Su evolución terminológica y el hecho de asociarlo con una moneda se debe a la Biblia. 


En una de sus parábolas, se narra cómo un mercader tenía tres criados a los que les repartió cinco, tres y un talento antes de partir de viaje. Mientras los dos primeros los invirtieron e incrementaron el importe asignado, el último lo escondió y conservó la misma cantidad.

Cuando volvió el mercader, alabó a los primeros y reprendió al tercero… ¿Motivo? En términos económicos, porque no había alcanzado resultados pese haber tenido el potencial.

Pues bien, un profesional con talento es aquel que alcanza resultados superiores dentro de una organización. Lo sugiere de alguna manera la Biblia: Talento = Resultados.

Antes de saber cuál es nuestro talento, tenemos definir algunas reglas básicas:

Talento ≠ Genio. Genio hay pocos y por cierto, bastante difíciles de gestionar en una organización. Además, todos tenemos alguna habilidad en la que podemos destacar.

Todos tenemos talento, pero no tenemos talento para todo.

El talento son resultados, no potencial. Alguien que es un promesa pero no lo pone en práctica, no se podrá considerar como talento. Lógicamente, ambos aspectos van de la mano, pero son diferentes.

Potencial sin resultados no es talento.

El talento que importa es el crea valor a un equipo. Si un jugador de fútbol es muy brillante pero no consigue trabajar en equipo, no se podrá considerar talento al menos en esa organización o en esa posición.

El talento que importa es el que aporta al equipo.

Cada equipo y cada posición requiere de un determinado talento. Esto ha sido uno de los típicos problemas en las organizaciones. Se asciende al mejor comercial, informático o técnico financiero pero eso no significa que sus habilidades sean también de dirección de personas... por eso, no siempre hay buenos jefes.

Cada puesto exige un tipo de talento.

El talento no es innato (al menos, al 100%) y se puede desarrollar. Sobre ello, hablamos ya en otro momento.

El talento no es innato y se ha de desarrollar.

¿Y cuáles son los componentes del talento? Si pensamos en alguien que destaque, veremos que tiene tres aspectos fundamentalmente:

Capacidades: Conocimientos, habilidades, lo que yo sé o puedo hacer.

Compromiso: está relacionado con la motivación y con lo que me gusta o con lo que creo.

Acción: significa la puesta en práctica en el tiempo y en la forma en la que se nos pide.


El talento requiere de los tres ingredientes al mismo tiempo. Si el profesional tiene compromiso y actúa, pero no dispone de las capacidades necesarias, casi seguro que no alcanzará resultados, aunque haya tenido buenas intenciones.

Si por el contrario, dispone de capacidades y actúa en el momento, pero no se compromete con el proyecto, puede que alcance resultados. El único inconveniente es que su falta de motivación le impedirá innovar o proponer cosas más allá de las impuestas por su jefe.

Si, por el contrario, el profesional tiene capacidades y compromiso, pero cuando actúa ya ha pasado el momento, tampoco obtendrá los resultados deseados por la sencilla razón de que alguno se le ha podido adelantar. Hoy por hoy ni la evolución tecnológica ni la competencia ni los clientes esperan. O eres rápido, o estás fuera del mercado.

Pues bien, si yo quiero saber en qué tengo talento, lo primero de todo es identificar qué me gusta, es decir, cuál es mi compromiso y a qué capacidades le dedico tiempo y esfuerzo. Si alguien le gusta estar con amigos proponiendo planes, se puede trasladar en el trabajo en habilidades comerciales, de relaciones públicas o de interacción con personas, por ejemplo.

El talento puede y se ha de desarrollar, como hemos comentado en otra ocasión, pero un punto necesario es disfrutar con lo que se hace o encontrar un desafío. Si no, es muy difícil que alguien pueda desarrollar sus habilidades.


Fórmula:

Todos tenemos talento, pero no tenemos talento para todo, ya que depende de nuestras capacidades, compromiso y acción.


http://blogs.elpais.com/laboratorio-de-felicidad/2013/12/index.html

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