Cómo mejorar nuestra capacidad de resolución de conflictos


Decía Aristóteles “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso ciertamente, no resulta tan sencillo”.

Las relaciones personales, ya sean de pareja, familiares o de amistad, suelen ser gratificantes, pero a veces, nos encontramos con ciertas piedras en el camino que pueden llevar a un deterioro completo o parcial de estas situaciones.

Hoy vamos a darles una serie de consejos y estrategias que os ayudarán a resolver esos conflictos de una manera más adecuada y beneficiaria:


Definir el problema.
¿Sobre qué discutimos? ¿Qué fue lo que lo originó?
La mayoría de las veces la causa del problema, pasa a ser algo sin importancia, desembocando la discusión en desprecios, críticas, actitudes defensivas e indiferentes, que tienen poco o nada que ver con el comienzo de la discusión. Esto, es conocido singularmente como los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, teniendo consecuencias desastrosas.

Por ello, hay que definir el problema de forma breve y específica, centrándonos en el ahora, y dejar la retahíla de problemas subyacentes en ese momento.


Comenzar por algo positivo, y realizar la crítica en relación a la conducta.
Hay que darle entender al otro, que nuestra queja o crítica va dirija hacia su conducta y no tanto a su forma de ser, ya que aquello que nos ha molestado es algo puntual que hizo en un momento determinado, y no algo que lo define como persona. Es decir, no contraatacar a su personalidad, ya que podemos influir de este modo en su autoestima.


Expresión de sentimientos y emociones.
Dar a entender al otro como nos sentimos, es algo muy importante en una relación interpersonal. Inspira confianza y comunicación, dos pilares básicos en la construcción de relaciones interpersonales.


Parafrasear.
Responder al otro realizando un resumen de lo que nos ha dicho, como método para comprobar que hemos entendido lo que nos ha querido decir. Esto nos ayudará a evitar cualquier tipo de inferencias sobre motivaciones, pensamientos, sentimientos y actitudes. Es muy importante diferenciar, aquello que nos han dicho con aquello que creemos que nos han dicho.


No generalizar, realizar mensajes desde el “yo”.
“Yo pienso que…”, “Yo creo que…”, es un modo asertivo de expresarnos.

La generalización puede conllevar a error, y a un aumento de la frustración, ya que ninguno de nosotros poseemos una verdad absoluta sobre las cosas.


Generación de alternativas.
Algo muy recomendado es generar tantas soluciones posibles como se nos ocurran entre las personas que mantienen el conflicto. Una vez  realizado esto, lo conveniente es escoger aquella solución que beneficie a ambas partes de alguna manera.


Mutualidad y compromiso.
El establecimiento de un compromiso entre las partes, y su cumplimiento generara mayor confianza entre los miembros.

Finalmente, recordad que una discusión suele desembocar en situaciones de estrés y nervios, y que un adecuado uso de las emociones es algo imprescindible para no desembocar en situaciones desastrosas.

Para ello, la práctica de la relajación y respiración frecuente puede ayudarnos a tener un mayor autocontrol emocional.


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