La influencia del deporte en nuestras actividades cerebrales


Subirse a la bicicleta y pedalear; ponerse el bañador y dar brazadas o coger la comba y saltar son, entre otras, actividades que todos entendemos como saludables. Nuestro organismo recibe múltiples beneficios, e incluso hay quien no puede “desengancharse” de su práctica debido a la sensación de bienestar que se obtiene al terminar, aunque se acabe exhausto.
Es curioso pensar que algo que a simple vista resulta agotador, puede ser una terapia en sí misma, pero así es. Los beneficios físicos están muy claros y es habitual que en tertulias entre amigos, vecinos o compañeros de trabajo se hagan recomendaciones: si vas al gimnasio, empezarás a perder peso.

Pero eso cambia cuando se trata de resultados no tan palpables como pueden ser aquellos relacionados con el cerebro. Es fácil valorar la pérdida de peso o cómo se reduce la cifra de la tensión arterial pero, ¿cómo lo hacemos cuando se trata de sensaciones o de rendimiento? Existen estudios que se encargan de ello y lo ponen en valor. Gracias a ellos se puede relacionar la práctica de actividad física y los efectos que provoca a nivel cerebral.


Efectos positivos
El cerebro es un órgano complejo y que aún estamos lejos de conocer a la perfección, pero cada vez son más las informaciones que obtenemos y que nos permiten “ayudarlo”. Esa “ayuda” podemos darla ya desde pequeños. Diversos estudios señalan que los niños que hacen deporte de manera regular mejoran su rendimiento escolar tanto a nivel cognitivo como a nivel de habilidades motoras.

Además, y aunque pueda parecer extraño hablar de ello en esta etapa temprana, el ejercicio ejerce un efecto neuroprotector. Con el ejercicio se liberan una serie de sustancias, los neurotransmisores, cuya función es la de transmitir la información de manera adecuada. A la larga, este efecto puede tener más importancia de lo que uno puede pensar.

Ese mismo efecto neuroprotector es el que esgrimen aquellos profesionales de la salud que trabajan con personas que sufren enfermedades neurodegenerativas para recomendar su práctica. Se ha comprobado que en enfermos de Parkinson o Alzheimer dedicar unos minutos al día a hacer ejercicio ayuda a mejorar la memoria y otras capacidades que se ven alteradas.

Estas y otras capacidades cognitivas están relacionadas con las células cerebrales por excelencia, las neuronas. El estar activo, ser una persona que incluye la actividad física en su rutina, va a asegurar que estas células estén “sanas” y que exista una mayor producción, en concreto en la zona del hipocampo (zona que tiene un papel importante en el aprendizaje y en la memoria).

Quizá estos efectos pueden parecer muy científicos y poco aplicables al día a día pero… ¿Quién no sufre estrés y sale a correr o a pedalear para liberar tensión? La sensación de mejora tras haber “sudado” la camiseta también tiene su foco en el cerebro. Se recomiendan unos 30 minutos de actividad diaria para que los niveles de estrés disminuyan, eso sí, siempre que la práctica sea regular.

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