Paciencia, ¿virtud o defecto?


¿Debemos tomarnos todo lo que nos pasa con paciencia? Eso es imposible. Y es que a pesar de ser una cualidad que puede considerarse una virtud, también tiene algunos defectos.



La paciencia no es innata
La paciencia no es natural; el niño pequeño, por naturaleza, es impaciente. Lo quiere todo, y lo quiere ahora. Sus padres deben hacer gala de su paciencia infinita para enseñarle que debe aceptar y esperar a tener lo que tanto ansía. El adulto, en cambio, intenta controlar ese impulso infantil, de una forma más o menos civilizada, siguiendo así el ejemplo que le dieron sus padres.

Estamos atrapados en un atasco o haciendo una cola interminable. Imagínate en una situación agresiva, o en un problema muy serio. No es fácil ser paciente y conservar la calma. Eso exige un esfuerzo, un esfuerzo demasiado grande.


¿Cómo ser paciente en un mundo tan estresante?
En un mundo donde todo nos corre prisa, cada vez nos rebelamos más a la espera y nos negamos a aceptar el ritmo de maduración de las cosas. Al final acabamos por olvidar que nada ocurre al instante, empezando por un parto…

La paciencia es indispensable para cualquier padre, profesor… y es fundamental para cualquier aprendizaje. Permite madurar las decisiones. Nos ayuda a vivir mejor los esfuerzos, los imprevistos, los desengaños de la existencia y los grandes sufrimientos, como una enfermedad, o el duelo.

Deja espacio a la oportunidad, la de cumplir una tarea siguiendo su tiempo normal. Sin embargo, también hay situaciones que no exigen una espera paciente, que no solo el tiempo puede cambiar... Sin impaciencia, sin rebeldía, sin lucha contra lo inaceptable, ¿qué sería de nosotros hoy?



La paciencia tiene sus puntos débiles…
La paciencia es una cualidad capaz de “derribar montañas” pero, en exceso, se puede convertir en un verdadero factor de inercia. Y es que puede conducir, por ejemplo, a un individuo o a un pueblo entero oprimido a no atreverse a evolucionar y conformarse con la vida que llevan. ¿Es una cualidad que debe aceptarse sin rechistar?

Ese tipo de paciencia no implica mejora alguna. Al contrario, impide avanzar. Las estrategias totalitarias han sabido muy bien cómo aprovecharse de este tipo de paciencia para imponer la opresión, para obligar a aceptar las formas más degradantes de vida.

Para despertarse, para cambiar el ritmo de las cosas es fundamental tener impaciencia y rebelión, lo cual, hace mucho tiempo, se consideraba inaceptable.


Un buen uso de la paciencia y la impaciencia
Sin un mínimo de paciencia, la vida sería insoportable y no sacaríamos nada de provecho. Sin embargo, para que siga siendo una virtud, la paciencia debe contener una esperanza, una promesa de un futuro mejor.

Sin horizonte y sin límites, se instala en la resignación y en la espera estéril. Si bien todo necesita tu tiempo, nada se consigue sin decisión y acción, porque eso es lo que permite romper con lo que ya no estamos dispuestos a aceptar.

La paciencia y la impaciencia no son dañinas, sino el exceso de ambas, cuando la paciencia se traduce en pasividad y la impaciencia en violencia y avidez. Las dos son fundamentales; la primera para ayudarnos a que las dificultades no nos superen, y la segunda para empujarnos a defendernos ante situaciones que nos perjudican.


http://bienestar.doctissimo.es/psicologia/desarrollo-personal/paciencia-virtud-o-defecto.html

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