El estrés: concepto, síntomas y control



Los psicólogos se ocupan de la psique, los médicos del cuerpo y demasiadas veces estas personas sólo comprenden una parte del problema global que están sufriendo. Se sienten traicionados por su cuerpo, por su mente, por su vida, por su entorno o por todos ellos a la vez, no entienden qué demonios está pasando.


Entender qué es la Respuesta Estrés
Voy a utilizar la expresión Respuesta Estrés cuando no quiera dar por supuesta la connotación de “enfermedad” que se ha acabado asociando a la palabra “estrés”. Porque la Respuesta Estrés no es una enfermedad, sino una reacción fisiológica del organismo que pone en juego varios mecanismos de defensa para enfrentar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.

En 1950, el Dr. Seyle describió esta respuesta y la bautizó como el Síndrome de Adaptación General. Es una reacción que se produce por etapas:


0. Estímulo de alarma: el león al acecho
Primero se produce el Estímulo de Alarma o Estresógeno. El típico ejemplo es un buen ejemplo: si vemos un león hambriento se dispara la alarma.

Pero vayamos más allá del típico ejemplo, pensad en lo siguiente: los seres humanos percibimos como amenazas cosas más indirectas, más sutiles o intangibles que un león ya que no sólo sentimos amenazada nuestra vida: también nuestro estilo de vida, nuestra autoestima, nuestra paz mental, nuestros seres queridos pueden ser amenazadas.

Una gran altura, un coche que se interpone en nuestra calzada, un cuchillo blandido amenazadoramente, todo esto disparará la alarma. Pero también pueden hacerlo un test de embarazo positivo, la casa silenciosa después de ver una película de miedo, una mujer hermosa que podría rechazar nuestros intentos de ligar, la cara de mal humor de nuestro jefe…  Y además podemos prever estas amenazas con mucha antelación.

Así que los seres humanos somos vulnerables no sólo a las amenazas inmediatas, reales y objetivas, sino también a las psicológicas o emocionales, previstas, imaginarias y subjetivas. Y es un matiz importante porque la gente cree que sólo sufre por el estrés si tiene motivos inmediatos, reales y objetivos para estar estresado, pero el estrés es igual de real tanto si lo produce un león al acecho como si lo produce la posibilidad de un león al acecho (previsto), un fantasma (imaginario) o una araña (subjetivo).

Por último, también es importante tener presente lo siguiente: el Estímulo de Alarma puede ser agradable o desagradable: una caída libre desde 100 metros puede ser agradable (si estás haciendo puenting) o desagradable (si te has caído de un puente) pero ambas desencadenan la Respuesta Estrés.

Cuando el estrés se convierte en problema no importa que sea desencadenado por estímulos positivos. Y este también es un matiz importante porque la gente cree que como disfruta mucho con ese trabajo que no le permite dormir y que lo mantiene en un subidón constante de adrenalina no puede ser el origen de sus problemas de salud y eso no es verdad: nos puede encantar lo que sea que nos mantiene despiertos, pero seguimos necesitando dormir.


Resumiendo: el Estímulo de Alarma puede ser inmediato o previsto, real o imaginario, objetivo o subjetivo, agradable o desagradable, la clave es que nos hará sentir, a algún nivel, amenazados y que por consiguiente desencadenará la Respuesta Estrés, empezando por la primera fase, la Fase de Alarma.


1. Fase de alarma: lucha o huye
El estímulo de alarma desencadena la primera reacción de la Respuesta Estrés. El efecto bioquímido que tiene la respuesta estrés en el organismo en profundo. Resumiendo los puntos más conocidos:

Predominio del sistema nervioso simpático (mediado por la adrenalina y noradrenalina) que se traduce, entre otras cosas, en:

Vasocontricción periférica: los pequeños vasos sanguíneos más superficiales se estrechan para reducir la sangre aportada a nivel de la piel (pudiendo verse súbitamente pálida). Así otras zonas como los músculos y los órganos vitales reciben más sangre y la piel menos. Por eso la gente, al asustarse, se queda pálida.

Midriasis: las pupilas se dilatan para captar más luz.

Taquipnea y Taquicardia: el corazón late más deprisa y respiramos más rápido para que la sangre pueda circular más rápido y aportar más oxígeno en menos tiempo.

Relentización de la motilidad intestinal: el sistema digestivo, un gran consumidor de energía, reduce su actividad para ahorrar recursos.

Aumento de los niveles en sangre de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), de cortisol, de encefalina y de tiroxina: hormonas que favorecen el predominio del sistema simpático y preparan al organismo para sufrir heridas.

Aumento de la cantidad circulante en sangre de glóbulos rojos, glucosa, ácidos grasas y aminoácidos libres para poder fabricar más energía.

Aumento de la cantidad circulante en sangre de factores de coagulación e inmunológicos para que actúen rápidamente si se producen heridas.


Como ves, estamos hablando de reacciones muy físicas, muy reales y mesurables. No es una reacción intangible y conceptual.



2. Fase de resistencia: estrés crónico
Estamos preparados para situaciones estresantes sostenidas. Si la amenaza se mantiene la situación bioquímica se estabiliza para hacer frente a esa situación a medio-largo plazo.

Los niveles de catecolaminas estarán algo aumentados, aunque ya no sentimos ese estallido de potencia física y mental.

El cortisol, que en la primera fase podía estar elevado pero sin ser protaginista, se hace predominante en la fase de resistencia y domina la situación bioquímica del organismo: los niveles de insulina y glucosa y de ácidos grasos en sangre se mantendrán altos, la tensión arterial se mantiene alta, la tolerancia al dolor aumenta ya que el cortisol es una hormona con efecto antiinflamatorio.


3. Fase de agotamiento: enfermedades por estrés crónico descompensado
Cuando la situación de estrés se mantiene durante cierto tiempo, la carga alostática aumenta tanto que se llega a la pérdida del equilibrio orgánico y por lo tanto a la enfermedad.

Las enfermedades que se asocian al estrés son consecuencia directa de esta situación sostenida: La hipertensión y los niveles elevados de ácidos grasos en sangre favorecen trastornos cardiovasculares, los niveles altos de glucosa e insulina agotan al páncreas y desensibilizan los receptores celulares favoreciendo el desarrollo de trastornos endocrinos, los niveles elevados de cortisol producen neurotoxicidad (que favorece la pérdida de capacidades cognitivas y trastornos del ánimo) y, a largo plazo, agotamiento suprarrenal (que conlleva fenómenos inflamatorios). Y lo que no conocemos todavía.

La lista de enfermedades y trastornos asociados al estrés crónico descompensado (directa o indirectamente) es muy larga:

  • Gastritis, ulcera gástrica, síndrome malabsortivo, diarreas, estreñimiento, enfermedad inflamatoria intestinal, etc.
  • Depresión, ansiedad, pánico, astenia, mala memoria, demencia senil, agresividad, labilidad emocional, etc.
  • Impotencia, falta de apetito sexual, amenorrea, esterilidad, etc.
  • Migraña, fibromialgia, contracturas musculares, etc.
  • Arteriosclerosis, Infarto Agudo de Miocardio, hipertrigliceridemia, etc.
  • Pérdida de cabello, urticaria, herpes, psoriasis, etc.
  • Vulnerabilidad a infecciones, alergias, cáncer, etc.


Controlar el estrés
Hay una respuesta fácil que todos habéis oído: la meditación y las técnicas de relajación, el ejercicio (moderado) y otras vías de desahogo son herramientas básicas para el control del estrés. Sí, es cierto.

Pero también hay una verdad bastante más dura que no siempre se dice y que es fundamental: estas cosas no nos permiten mantenernos eternamente en la zona segura.

Lo más importante e imprescindible es reducir los estresógenos. A veces para conseguir eliminar los estímulos de alarma que nos abocan a la fase de agotamiento, debemos recibir tratamiento médico (por ejemplo, en el caso de una infección) o psicológico (si se trata de una fobia), a veces debemos hacer cambios en nuestras vidas (si se trata de un trabajo estresante), a veces debemos cambiar nuestra forma de ser (si tenemos tendencia a asumir más responsabilidades de las que podemos asumir).

A veces es necesario hacer sacrificios (tiempo, relaciones, pasatiempos), a veces es necesario trabajar duro y a veces hay que aceptar que no se puede tener todo lo que se quiere.


Conclusión
El estrés es una herramienta que puede volverse en nuestra contra. Nuestra cultura de la inmediatez nos hace olvidar el precio que debemos pagar y a pesar de que muchas de las enfermedades propias de nuestro tiempo y cultura son causadas, agrabadas o desencadenadas por el estrés, seguimos premiando a los que encaran el estrés como campeones: admiramos al que se queda a hacer horas extra y que nunca rechaza una responsabilidad, al que sacrifica horas de sueño para hacer lo que le gusta, al que llega más lejos que el resto en los deportes, al que va a trabajar a pesar de estar enfermo, a la mujer que puede con los niños, con la casa, con el trabajo, con el gimnasio y que encima siempre va maquillada…

Cualquier problema de salud física, emocional, familiar, laboral o social debe pasar por el control del estrés para poder solucionarse de verdad.


http://www.vida-sana.es/2012/12/trastornos-emocionales-1-estres/

Comentarios