La salud mental en tiempos revueltos


Cuando los ciudadanos de cualquier país o región del mundo padecen de un descontento sostenido y un deterioro de sus condiciones de vida, generado por algún problema mayor como una crisis financiera, conflictos sociales, políticos o religiosos, los afectados pueden llegar a los extremos de expresar su inconformidad de forma violenta como es el caso de los estallidos sociales, una protesta radical, frente a alguna figura de poder o sistema de gobierno.

Esta situación puede presentarse cuando la percepción de la posibilidad de gestionar la solución de los problemas, a través del diálogo y el consenso, se agota.

El desgaste emocional y las preocupaciones excesivas que se generan en las personas afectadas por estas circunstancias tan complejas pueden producir problemas de salud mental como: estrés crónico, ansiedad, depresión, insomnio y aumento del consumo de alcohol y drogas.

Es importante concienciar a los organismos gubernamentales, encargados de velar por la salud de sus ciudadanos, sobre la necesidad de invertir en salud mental y establecer mecanismos estratégicos de acción para mitigar los efectos de las diferentes modalidades de crisis y conflictos que padecen sus poblaciones.

Sin embargo, es indispensable subrayar la responsabilidad individual que tiene cada ciudadano, que atraviesa una situación de conflictividad social o crisis económica, de tomar medidas para cuidar su salud mental, ya que de ella depende la posibilidad de controlar el estrés, la ansiedad y los estados depresivos.


El futuro se construye en el presente
Fomentar y estimular a través de herramientas adecuadas la inteligencia emocional, el autocontrol y la capacidad de desarrollar la atención consciente (“mindfulness”), le permite a los individuos, durante los tiempos de crisis, la posibilidad de mirar más allá de sus emociones, ser creativos frente a los desafíos, desarrollar la capacidad de superar los obstáculos, tolerar las frustraciones, y tomar decisiones adecuadas y oportunas.

Los líderes que logran desarrollar estas aptitudes desempeñan un papel crucial en las situaciones de crisis y estallidos sociales, al modelar (“role modelling”), a través de sus enseñanzas y discursos, a sus seguidores. La capacidad de ser objetivo, desarrollar el pensamiento crítico, y mantener la “cabeza fría” es indispensable para generar soluciones creativas y lidiar con las situaciones conflictivas.

Por otra parte, en tiempos de crisis es necesario cultivar la perseverancia y la constancia para alcanzar los objetivos deseados, y mirar más allá de las  gratificaciones inmediatas, para lograr que ese porvenir posible llegue a ser una realidad.

Estar enfocado en el presente, en lugar de revivir el pasado, permite observar las circunstancias tal como son. Esta postura no está reñida ni descarta el análisis crítico y objetivo de situaciones previas de crisis. La combinación de la atención consciente en el presente y el examen imparcial de los logros y fracasos de experiencias anteriores podría evitar la repetición de los errores del pasado. Las experiencias dolorosas que no se han afrontado se vuelven a repetir una y otra vez.


La atención consciente, una herramienta al alcance de todos
Los individuos que manifiestan una mayor capacidad de afrontar y sobreponerse a las situaciones adversas y contratiempos, generalmente, practican alguna forma, sea formal o no, de meditación o atención consciente (“mindfulness”), que les ayuda a mitigar el estrés, la ansiedad y la depresión reactiva.

Un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, EE.UU., publicado en la prestigiosa revista JAMA Internal Medicine, el 6 de enero de 2014, señala que la práctica de la meditación proporciona alivio moderado de algunos síntomas relacionados con la ansiedad, la depresión y el dolor.

Los investigadores analizaron 47 ensayos clínicos controlados aleatorios, que incluían la práctica de la meditación. Los participantes (3.515 sujetos) presentaban problemas de salud física y mental como depresión, ansiedad, estrés, insomnio, consumo de drogas, diabetes, enfermedad cardiovascular, cáncer y dolor crónico.

Es importante resaltar que los ensayos controlados aleatorios representan el estándar de oro de la investigación médica.

Los pacientes participaron en un programa de ocho semanas de meditación consciente (“mindfulness”), una técnica de autoconciencia budista diseñada para centrar la atención plena y sin prejuicios en el momento presente, que se practica durante 30 a 40 minutos al día.

Los hallazgos del estudio demostraron hasta 10% de reducción de los síntomas de ansiedad y 20% de mejoría de la depresión, en los participantes que practicaron la técnica de meditación, en comparación con los grupos de control que recibieron un placebo.

Es importante resaltar que en el estudio no participaron pacientes con síntomas muy severos de ansiedad y depresión.

Los autores señalan que “la mejoría de algunos de los síntomas que se presentan en la ansiedad y la depresión, mediante la práctica regular de la meditación, son comparables con los efectos beneficiosos que producen los antidepresivos en pacientes similares”.

En pocas palabras, la práctica de la meditación consiste en sentarse cómodamente, enfocarse en la respiración, inhalar y espirar de modo consciente, lo cual permite centrar la atención en el momento presente, observar los pensamientos intrusivos, dejarlos ir y volver a centrarse en la respiración.

Otra técnica incluye repetir una palabra o frase al inhalar y al espirar, lo cual ayuda a mantener la concentración en el momento presente.

Parece fácil, pero no lo es, ya que la mente no se mantiene quieta. La práctica de la meditación requiere mucha disciplina y constancia para lograr obtener los beneficios deseados. Pero, una vez que se domina la técnica, es posible aplicarla con éxito, incluso, en momentos no planificados cuando los síntomas de ansiedad amenazan y se exacerban por razones circunstanciales no previstas.

Es importante recordar que la meditación fue concebida como una práctica o camino que conduce a la autoconciencia y al desarrollo personal. Sus efectos en la salud son, realmente, un beneficio adicional.

Las personas que sufren de ansiedad tienen mucha dificultad para lidiar con los pensamientos intrusivos que distraen. Ellos no distinguen entre las ideas productivas que ayudan a resolver problemas y los pensamientos obsesivos persistentes, que interfieren como un ruido de fondo, que no aportan ningún beneficio, que producen una escalada de la angustia y la incapacidad de razonar y reflexionar con la “cabeza fría”.

Una mente entrenada para lograr estados de quietud es clara, serena, y tiene mayores posibilidades de darle respuestas oportunas y creativas a los problemas existenciales y del colectivo.

Los investigadores también compararon los programas de meditación con otras medidas como el ejercicio, la relajación muscular progresiva y la terapia de grupo cognitivo conductual, y no encontraron evidencias suficientes para demostrar que la meditación era más eficaz.

En resumen, los programas de meditación les enseñan a los individuos a modular el grado de reactividad frente a las emociones negativas y las manifestaciones de angustia y depresión, lo cual produce una sensación de autocontrol y serenidad que ayuda a disminuir el efecto adverso que esos síntomas puedan tener en la salud mental y física.

En tiempos de crisis, cuando la angustia nos desborda y aparecen manifestaciones de depresión reactiva es indispensable buscar apoyo en la familia y en nuestros amigos. Es importante incluir en nuestra rutina diaria tiempo para practicar la relajación y la meditación, hacer ejercicio físico y mantener una alimentación saludable. Si la angustia y la depresión empeoran, es aconsejable buscar ayuda profesional.

¿Quieres seguir fácilmente nuestras publicaciones?

https://miradorsalud.com/la-salud-mental-en-tiempos-revueltos/



Comentarios