Estres en el deporte



El estrés es un concepto muy popularizado sobre el que todavía existe una gran controversia. Decimos que una persona está sometida a una situación de estrés cuando ha de hacer frente a demandas ambientales que sobrepasan sus recursos, de manera que el sujeto percibe que no puede darles una respuesta efectiva, lo que provoca un aumento de la activación del organismo.



Sin embargo, el estrés no siempre es algo nocivo, ya que en muchas ocasiones la respuesta de estrés pone a disposición de la persona una cantidad de recursos excepcionales, propiciando una mejor percepción de la situación, una mejor búsqueda de soluciones y una mejor selección de respuestas para hacer frente a la situación que lo ha provocado.

No podemos imaginarnos a un deportista en los momentos previos a una competición importante sin emitir alguna respuesta de estrés, pero las consecuencias de esta respuesta dependerán de si resulta excesivamente frecuente, intensa o duradera.

Nadie nace aprendido ni formado para manejar situaciones de estrés. Con el paso de los años aprendemos a manejar diferentes situaciones, pero, sin duda, una de la más complicada a la que debemos hacer frente es a la dirigirnos a un grupo numeroso de personas, lo que es todavía peor al objetivo de una cámara de fotos o de video. Pocas cosas imponen tanto respeto como saber que los demás van a estar pendiente de todos y cada uno de nuestros gestos, miradas, palabras, etc.

En el ámbito del deporte de competición las exigencias son cada vez más grandes generan unos niveles de ansiedad y de angustia muy elevados que los procesos fisiológicos y cognitivos de el atleta se ven de gran medida afectados, en ocasiones tan dramáticamente que la propia ejecución deportiva se deteriora o se malogra. Es lo que los entrenadores y deportistas llaman, no sin razón, perdida de concentración, choque bajo presión o fallo en la consecución del nivel optimo de tensión para la competición.

Se trata de una desagradable y familiar experiencia para el deportista que se caracteriza por un preocupante aumento del ritmo cardíaco, una molesta sensación de sequedad en la boca un mortificante nudo en la el estomago, un ligero temblor muscular y sobre todo, una tremenda incapacidad para fijar con claridad las ideas.

Sí, el estrés afecta negativamente al rendimiento en el deporte. Sobre todo, las respuestas que damos durante la práctica deportiva, ya sean emociones o conductas inapropiadas, pueden determinar el éxito o el fracaso de nuestro desempeño.

El control de las emociones cobra un papel fundamental en la mejora del rendimiento. Una respuesta de estrés, una sensación de frustración (al haber sufrido ya varios fracasos) pueden generar más errores en la práctica y llevarnos incluso al abandono, ya sea de esa actividad concreta, como una carrera, o del deporte que practicamos en sí.

Para evitar estas situaciones es recomendable poner en práctica estrategias de afrontamiento más adaptativas para las ocasiones que nos generan malestar, frustración, enfado, estrés, presión, nervios, dudas, etc.

Generalmente, las estrategias de afrontamiento pueden estar:

- Orientadas a la tarea

- Orientadas a la gestión de emociones

Las técnicas utilizadas en las estrategias orientadas a la tarea pueden ser el aumento del esfuerzo, la planificación o el análisis lógico.

Las orientadas a las emociones pueden ser el distanciamiento emocional, el autocontrol, la búsqueda de apoyo social, reevaluar positivamente la situación, entre otras.

Técnicas como la relajación y meditación son útiles como un medio de contrarrestar la ansiedad antes de una competición y los pensamientos negativos. El ignorar mensajes desagradables e información carente de significado, así como resaltar las críticas constructivas nos puede ayudar a incrementar la información que influye en una ejecución óptima.

Estar auto-convencidos de que vamos a tener éxito, nos permite vencer el miedo y ser más competentes. La visualización mental (p.ej., visualizar los movimientos que se van a llevar cabo en una práctica deportiva concreta) también juega un papel importante, ya que ayuda a mantener y fomentar el sentimiento de auto-eficacia.

Estas técnicas, entre otras, contribuyen a la adquisición y desarrollo de estrategias y habilidades psicológicas, que permiten gestionar mejor los factores de estrés que interfieren en el buen rendimiento deportivo.

El cuerpo no funciona independiente de nuestra mente, por eso, nuestra fuerza física se beneficiará en gran medida si potenciamos nuestra fuerza mental al mismo tiempo

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